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Conoce
nuestros valores

Hablemos de sostenibilidad,
pero hagámoslo mejor.

En los últimos años, la transformación de nuestras sociedades y la adopción de un modelo de desarrollo sostenible se ha transformado en una prioridad para el conjunto de la población a nivel global. Ocupando un objetivo central en todo ello se encuentra la necesidad imperiosa de reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (gei), para tratar de mantener el Cambio Climático por debajo del temido aumento de 2ºC por encima de las temperaturas medias preindustriales.

Pese a que se ha insistido en la importancia de este discurso desde muchas organizaciones de la más diversa índole (científicas, humanistas, políticas, etc.) a lo largo de los últimos 50 años, no fue hasta los albores de la pasada década, poco antes del primer episodio pandémico de Covid-19, que el discurso institucional empezó a endurecerse y a traducirse en acciones concretas.

Las dos primeras décadas de nuestro siglo vieron como las naciones en conjunto no eran capaces de llevar a buen término el Protocolo de Kioto (pk). El pk murió en 2020, cuando fue reemplazado por el Acuerdo de París (ap), después de haberse ratificado dos períodos, el 2008-2012 y el 2013-2020. El ap que le sucedió había entrado en vigor en 2016 y se empezó a aplicar en 2020, estando prevista la finalización de su primera década de vida a finales de este año.

La Cumbre del Clima de 2031, que se celebrará en Seúl en noviembre, con toda probabilidad pondrá de manifiesto que los resultados de una década de ap no son suficientes para cumplir los objetivos marcados. Encima de la mesa está una nueva puesta en marcha del pk, con una entrada en vigor de un tercer período, el más estricto y radical hasta la fecha.

Des-simplifiquemos la sostenibilidad

En un contexto de descarbonización extremadamente urgente como el que vivimos, todos hacemos un uso constante de términos como sostenible, ético, responsable, natural o ecológico. Y es que estando todos ellos asociados a un inamovible valor positivo, todos queremos consumir productos sostenibles. Buscamos sentirnos liberados del impacto que acarrean nuestras decisiones, ya sea de como administradores, como empresarios o como llanos consumidores, a través de productos, servicios o políticas verdes, eco y, en definitiva, garantes de sostenibilidad.

En las últimas dos décadas, el discurso de la sostenibilidad ha penetrado todos los rincones de las economías de mercado, y vivimos una época en que todas las marcas, servicios y productos se llaman a si mismos, de una manera u otra, sostenibles. Muchos adquirimos todos estos productos y servicios con la convicción de que hacemos lo correcto, y contribuimos positivamente a paliar cualesquiera fueran los impactos negativos que la versión no sostenible de ese producto o servicio acarreaba.

Pero la sostenibilidad de un hecho en concreto no es un valor de sí o no, es un degradado relativo, en la que interfieren muchísimos aspectos y variables. Determinar que un producto concreto es, simple y llanamente, sostenible, conlleva una banalización inevitable del significado de la sostenibilidad en sí misma. La realidad es que no existen productos, servicios, decisiones o políticas absolutamente sostenibles o insostenibles.

Muy a menudo, lo único que estamos haciendo es substituir un producto que conlleva unos impactos, por otro producto que conlleva otros, distintos, quizás cuantificablemente menores que el primero pero que, de ser hiper consumido a escalas desproporcionadas, termina impactando gravemente en ecosistemas y sociedades de una manera muy similar.

Nuestra misión

En {ecoimpakt} creemos que el discurso acerca de la sostenibilidad que copa gran parte de los mercados y del que todos somos usuarios, existe con la casi exclusiva función de perpetuar nuestro comportamiento hiper consumista, falazmente liberado de carga y culpa.

Usar el discurso de la sostenibilidad para poder seguir manteniendo y aumentando nuestros ritmos de vida y de consumo, y nuestros niveles de confort y privilegios, nos parece un gran error, fruto a menudo del desconocimiento de las implicaciones y los impactos que nuestro consumo acarrea en medios naturales y sociales a escala global.

Nuestra misión es clara. Luchamos contra la banalización constante que la sociedad hiper consumista hace del concepto de la sostenibilidad. Así es como lo hacemos:

  • * Amplificamos mensajes y concienciamos acerca de la necesidad de replantear nuestros patrones de consumo y su escala, más allá del hecho de consumir productos sostenibles.
  • * Denunciamos los efectos perniciosos que el hiper consumo sostenible produce en cualquier rincón de la cadena de producción, del mismo modo que lo hace el hiper consumo tradicional.
  • * Tratamos de ofrecer ayuda a ecosistemas y comunidades en situación de vulnerabilidad a raíz de patrones de consumo que tienen la sostenibilidad en el centro de un discurso simple y falaz.
  • * Colaboramos con ongs, organizaciones y administraciones locales allá donde existe un proyecto que se esté dando a raíz de esta situación.

Nuestra historia

El equipo de {ecoimpakt} proviene de muchos escenarios distintos, y el germen de lo que es hoy en día nace a principios de 2020, a raíz de la profunda decepción que supuso el desenlace de la Cumbre del Clima de diciembre de 2019 en Madrid (cop25).

Somos una organización joven, con marcado carácter activista, hija de la frustración generada al ver la inmensa dificultad que nos supone a todos, como conjunto, establecer un objetivo común y trabajar de manera consistente en su consecución.

A lo largo de nuestros 11 años de vida, han estado al cargo del proyecto las dos fundadoras de la organización, Blerta Demiri y Mònica Rogent, que establecieron la primera sede de {ecoimpakt}, y oficina central hasta la fecha, en Barcelona en febrero de 2020.

Desde el comienzo somos una organización independiente y sin ánimo de lucro, que no recibe subvenciones de organismos ni entes privados o gubernamentales. Nuestros presupuestos se aprueban anualmente gracias a las contribuciones de nuestros embajadores, y al inestimable trabajo que realiza nuestro equipo y el cuerpo de voluntarios que, año tras año, nos asiste en destinación.

Estamos totalmente comprometidos con una política de transparencia total. Ponte en contacto con nuestra oficina central por Instant en *barcelona.ecomipakt o por e-mail en barcelona@ecoimpakt.com si deseas recibir más información acerca de nuestro recorrido financiero y nuestros presupuestos.

Logros e hitos

2031

Protocolo de Kioto

Gracias a la presión constante de DeCarbon, alianza de organizaciones no gubernamentales de la que somos miembro fundador, conseguimos la admisión a trámite y el compromiso de distintas autoridades hacia la propuesta de reactivación del Protocolo de Kioto en su tercer período, después de una década de pausa y de ineficiente Acuerdo de París.

2030

Usar y tirar

A raíz de nuestra persistente campaña de comunicación y la de muchas otras organizaciones, empiezan las negociaciones en el seno de la UE para legislar en contra de los materiales de un solo uso en su conjunto.

2029

Trelang

Conseguimos fijar la atención internacional en el pueblo Trelang, desplazado del este de India a Myanmar a raíz del monocultivo voraz de bambú en la región.

2027

Refugiados sirios

Destapamos, junto con varias organizaciones más, una de las redes más notables de empleo de refugiados en el sur de Turquía, que es posteriormente desmantaleada por las autoridades locales.

2024

Ropa sostenible

Conseguimos que en España se empiece a legislar para regular el uso de las palabras sostenible, ético y consciente en la industria de la moda.

2020

Fundamos {ecoimpakt}

Blerta Demiri y Mònica Rogent inician la actividad de la organización y fundan la primera oficina en Barcelona, junto con Ferran Manel Evans y Fernando Zaplana.

El equipo

El equipo de {ecoimpakt} está formado por poco menos de 60 personas, de más de 20 nacionalidades distintas y de todas las identidades y orientaciones culturales, sexuales y religiosas. Nuestro equipo se reparte en nuestras cinco oficinas internacionales, y nuestros cuatro destacamentos en destinación. A este le asiste nuestro cuerpo de Voluntarios, que cada temporada nos presta desinteresadamente su capacidad de trabajo para que podamos llevar a cabo nuestra acción. Conoce aquí al núcleo del equipo:

Retrato de Blerta Demiri
+ Blerta Demiri Miembro fundador, Presidenta,
Directora de oficina
Barcelona

Cofundadora de ecoimpakt y DeCarbon, y presidenta de {ecoimpakt} desde sus inicios en 2020. Blerta lleva toda la vida involucrada en la cooperación internacional, y cuenta con más de 20 años de experiencia en ONGs como Amnistía Internacional.

Retrato de Mònica Rogent
+ Mònica Rogent Miembro fundador, Presidenta,
Directora de oficina
Kisangani

Cofundadora de ecoimpakt y DeCarbon, y presidenta de {ecoimpakt} desde sus inicios en 2020. Mònica cuenta con 25 años de experiencia en el ámbito del derecho internacional, habiendo trabajado en distintos organismos e instituciones europeas.

Retrato de Ferran manel Evans
+ Ferran Manel Evans Director de oficina,
Director financiero
Chittagong

Responsable de la administración y las finanzas de {ecoimpakt} desde sus inicios en 2020. Ferran cuenta con muchos años de experiencia en distintos cargos dentro del ámbito de la banca ética y las inversiones responsables.

Retrato de Andressa Noronha
+ Andressa Noronha Directora de oficina,
Responsable de proyecto
Cuiabá

Andressa ha coordinado proyectos en Greenpeace Brasil durante más de 15 años. Proviene del entorno del comercio internacional, y dirige nuestra oficina en Cuiabá desde 2025, desde la que coordina sus proyectos.

Retrato de Marland Mbayo
+ Marland Mbayo Responsable de proyecto Kisangani

Marland es ingeniero agrónomo especializado en fitominería por la Universidad de Kinshasa. Se une a {ecoimpakt} en 2023, y hoy en día codirige la oficina en Kisangani, desde donde coordina el Proyecto Fitominería en la región.

Retrato de Tazi Ali
+ Tazi Ali Director Tecnológico Barcelona

Tazi es ingeniero en telecomunicaciones y dirige el departamento de tecnologías de la organización desde la oficina de Barcelona y también en destinación desde 2029, pese a que se incorporó al equipo en 2021.

Retrato de Fernando Zaplana
+ Fernando Zaplana Director de Operaciones Barcelona

Fernando acumula más de 15 años de experiencia encargándose de logística y gestionando procesos en el sector de la cooperación internacional. Se une al equipo de {ecoimpakt} en 2025 para hacerse cargo de las operaciones.

Retrato de Pol Guitart
+ Pol Guitart Director de Comunicación Barcelona

Pol está licenciado en comercio y márquetin, así como en comunicación audiovisual, y es el coordinador final de todas las campañas de comunicación de {ecoimpakt}, y de cualquier otro proceso de comunicación externa de la organización.

Retrato de Salma Kabir
+ Salma Kabir Responsable de proyecto Chittagong

Salma lleva 10 años luchando por los derechos de los Trelang en el noreste de la India y, desde 2026, dirige el Proyecto Bambú de {ecoimpakt} desde Bangladesh, a la vez que codirige la oficina de Chittagong.

Retrato de Felipe Iñarritu
+ Felipe Iñarritu Director de oficina, Responsable de proyecto Barcelona

Felipe coordina la acción de los proyectos Algodón y Ropa sostenible, que se despliegan en Turquía, Siria, Armenia, Afganistán, Tayikistán y Pakistán desde la oficina de Teherán. Forma parte de la organización desde 2023.

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Colabora
con nostros

En {ecoimpakt} no recibimos ningún tipo de ayuda ni subvención par parte de ninguna entidad privada ni de ningún organismo gubernamental. Somos una organización independiente, sin ánimo de lucro, con total transparencia en sus cuentas financieras.

Todo lo que hacemos es posible gracias a la contribución de nuestros embajadores y de nuestros voluntarios, a los que se suma el trabajo que realiza nuestro equipo, repartido en cinco oficinas en distintos países del mundo, y cuatro destacamentos en destinación.

Si deseas colaborar con {ecoimpakt} pero prefieres no hacerlo de manera periódica, puedes hacer una donación puntual en cualquier momento.

Hazte Embajador

Los Embajadores son la base de {ecoimpakt}, y el recurso fundamental a partir del cual somos capaces de llevar a cabo nuestras acciones, de mantener un equipo de trabajadores involucrado y justamente remunerado, y de sostener una infraestructura de oficinas y destacamentos. Los Embajadores representan a {ecoimpakt} y nos debemos a ellos, a cambio de su ayuda en forma de exposición, capital, o ambas.

¿Quieres ser Embajador de {ecoimpakt}? ¡Averigua las tres maneras distintas que tienes de ayudarnos!

El Embajador capital de {ecoimpakt} contribuye financieramente a nuestras cuentas a través de donaciones mensuales. Es gracias al grueso de Embajadores capitales que {ecoimpakt} puede presupuestar sus acciones y mantener sus oficinas en funcionamiento. La importancia de esta figura es crucial para la organización. Si lo deseas, puedes convertirte en Embajador capital a través de tres programas de colaboración distintos.

Embajador capital 1

5€ – 9.99€
al mes

Ya sois 3.298 inscritos

Embajador capital 2

10€ – 24.99€
al mes

Ya sois 2.944 inscritos

Embajador capital 3

+25€
al mes

Ya sois 1.203 inscritos

El Embajador Total se compromete a contribuir con {ecoimpakt} tanto financiera como socialmente, combinando ambos perfiles. Es la figura de mayor contribución a la organización. De nuevo, ponemos a tu disposición tres perfiles de implicación distintos.

Embajador total 1

5€ – 9.99€
al mes
+ social media

Ya sois 78 inscritos

Embajador total 2

10€ – 24.99€
al mes
+ social media

Ya sois 53 inscritos

Embajador total 3

+25€
al mes
+ social media

Ya sois 45 inscritos

Hazte voluntario

Si tu manera favorita de contribuir es con tus propias manos, en {ecoimpakt} ofrecemos programas de voluntariado trimestrales, semestrales y anuales, que se organizan alrededor de nuestras cinco oficinas, incluyendo la de Barcelona.

Todos nuestros programas de voluntariado ofrecen alojamiento gratuito e incluyen un régimen de dietas básico, con excepción del de Barcelona. No son remunerados, pero tampoco exigen de una contribución económica por parte del voluntario. El coste del transporte desde y hacia el país de origen del voluntario debe ser abonado por el mismo.

En cada uno de los proyectos verás cual es la oficina coordinadora, y si acepta voluntarios o no durante la temporada presente. Si es así y estás interesado, ¡ponte en contacto con nosotros! Te mandaremos información específica de las necesidades y del programa.

Voluntarios de Ecoimpakt

Trabaja con nosotros

Si ya te dedicas o tienes pensado dedicarte al desarrollo y la cooperación internacional, en {ecoimpakt} estaremos más que agradecidos de darte la bienvenida a nuestro mundo. Siempre que nuestras partidas presupuestarias lo permiten, la organización incorpora nuevos perfiles profesionales al equipo, que ayudan a enriquecer nuestro abanico de capacidades y nuestra capacidad de respuesta a los retos a los que hacemos frente desde distintos ángulos y aproximaciones.

Cada uno de los proyectos que puedes consultar en esta página incluye una pequeña sección en la que la oficina coordinadora anuncia qué procesos de incorporación de perfiles se encuentran abiertos en este momento. Si crees que tu eres uno de ellos ponte en contacto con la oficina, ¡y te mandaremos más información sobre la oferta!

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Consciencia
digital

La web ocupa espacio físico,
y consume mucha energía.

En {ecoimpakt} llevamos una década tratando de amplificar el mensaje de que consumir contenido en Internet tiene un impacto físico real y medible. Parece difícil de creer, pero cada vez que mandamos un mensaje, visualizamos un video, colgamos una foto en una red social, o accedemos a una página web, por más virtual que nos parezca todo, estamos impactando en el mundo real. Y estamos haciéndolo continuamente.

Todas estas cosas que compartimos, visualizamos, mandamos y generamos en Internet deben almacenarse en algún lugar. Concretamente, en la memoria de un ordenador, que suele recibir el nombre de servidor. Cientos o miles de servidores suelen apilarse en los conocidos data centers.

Los data centers son centros logísticos de información, y uno de los aspectos sobre ellos que ha trascendido a lo largo de los últimos años, es que consumen mucha energía. Por un lado, los centros de datos están operando permanentemente, para que los archivos que quieres visualizar en tu pantalla estén 100% disponibles a cualquier hora del día. Por lo tanto, consumen energía de manera continua. Además, consumen mucha energía extra en forma de refrigeración.

Seguro que has visto a tu ordenador calentarse más de una vez. Pues ahora imagina un lugar con decenas de miles de ordenadores funcionando al mismo tiempo. Mantener ese espacio a una temperatura adecuada para que las máquinas no se sobrecalienten es uno de los mayores retos energéticos de un data center.

Al inmenso consumo energético de los centros de datos, hay que sumarle el coste energético de todas las redes de transmisión de información a nivel global, que hacen posible que estés leyendo este texto en tu pantalla ahora mismo. La guinda del pastel viene cuando a estas cifras le sumamos el coste de producir y mantener la absolutamente desproporcionada flota de dispositivos electrónicos que existe en el planeta.

Tomando consciencia

Hace algo más de una década, entre 2016 y 2018, este asunto empezó a ponerse sobre la mesa. Llegaban los primeros informes de organizaciones preocupadas al respecto. Los primeros cálculos desvelaron que el peso medio de una página web por aquel entonces estaba entorno a los 2.2mb, y que no había hecho sino aumentar en las dos décadas previas. La verdad es que 2.2mb no parece una gran cantidad de megabytes para una página web, ¿no es así? Trata de escalarlo a la dimensión de Internet entero. Son muchos megas.

Si Internet fuese un país ya sería el sexto país más contaminante del mundo, con unas emisiones anuales similares a las de Alemania.

Tom Greenwood, Sustainable Web Design, 2021

Un dato más que salió a la luz por aquel entonces fue que Internet ya era responsable del 2% del total de emisiones de co2 a la atmosfera. Exactamente el mismo peso que el de la industria entera de la aviación comercial. También se pudo establecer que, de ser un país, Internet sería el sexto más contaminante del mundo, con unos niveles de emisiones a la par que los de Alemania.

Otras estimaciones de la segunda mitad de los años 10 ubicaban ya el consumo de electricidad de Internet entre el 4% y el 10% del total de electricidad generada, y se atrevían a estimar que este alcanzaría el 20% en 2025. El año pasado, el Emissions Database for Global Atmospheric Research publicado anualmente por la Comisión Europea determinó que el consumo energético de Internet de 2030 había correspondido a un 24% del total de energía generada en el mundo. Pese a que la curva empieza a estabilizarse, sigue creciendo conforme el nivel de desarrollo tecnológico aumenta.

En el contexto de descarbonización urgente en el que nos hallamos, el debate de cómo regular el consumo energético de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (tic) ha sido arduo desde que estas primeras voces pusieron el grito en el cielo. La inmensa mayoría de las acciones tomadas en las dos últimas décadas se han enfocado a aumentar la eficiencia energética de la infraestructura, abogando por una reducción del consumo energético a través de ella.

Pero la verdad ha resultado ser que, a más eficiente es la fuente de consumo, más consumo es capaz de generar esta misma. Por más que la eficiencia de las tic no deja de aumentar, tampoco lo ha hecho su hegemonización.

Pasando a la acción

En este contexto, la última medida adoptada por el Consejo de la Unión Europea ha sido la de aprobar el Reglamento General de Eficiencia Energética Digital. El Reglamento se aprobó en septiembre de 2029, y es de obligado cumplimiento para todos los miembros de la Unión. En sus 8 Capítulos se establecen numerosas medidas destinadas a reducir el consumo energético generado por el entorno digital.

En el Capítulo iv, que trata sobre la Información y transparencia para el usuario de tic, se incluyó una de las sorpresas del reglamento, que se había venido pidiendo desde algunos rincones del sector digital. Se trataba de la obligatoriedad de todos los sitios web alojados en territorio de la unión a ser evaluados y clasificados en base a su eficiencia energética (ee) a través del llamado Informe ee, en aras de dar una imagen al usuario al respecto de la huella energética relacionada con el sitio que este está a punto de visitar. El objetivo final, concienciar al usuario, y darle la capacidad de elegir en lo que a su consumo digital se refiere.

En {ecoimpakt} no tuvimos muchos problemas para adaptarnos al nuevo Reglamento. Desde nuestra fundación en 2021, somos contribuidores al Sustainable Web Manifesto, y hemos puesto mucha atención en reducir nuestra huella digital al mínimo, a través de una web muy optimizada y un uso de las redes sociales muy consciente.

Así es como logramos la categoría aaa en nuestro Informe EE de 2030

Bandera Unión Europea

RGEED

AAA

Diseño

Nuestra página web usa tipografías de sistema. Eso significa que, en función del dispositivo en la que la veas, se verá con unas tipografías u otras, aquellas que tu dispositivo tiene instaladas por defecto. No cargamos tipografías externas, que resultan en una transferencia de datos extra e innecesaria.

Nuestra imagen corporativa se estructura alrededor de estos principios. No tenemos un logo que se corresponda con una imagen concreta. El logo de {ecoimpakt} puede ser generado con un teclado cualquiera, y nos ahorra tener que cargar imágenes extra en nuestra página. Así mismo, nuestra identidad visual se caracteriza por la muy baja resolución de las imágenes que subimos a nuestra página web: son, al mismo tiempo, una marca distintiva y un ahorro enorme de kilobytes que no se transfieren a tu ordenador desde nuestro servidor.

De la misma manera, no cargamos contenido pesado en nuestra página web. En ella no encontrarás vídeos, ni multimedia de alto impacto a no ser que sea estrictamente necesario para nuestros objetivos de comunicación.

Código

Mismamente, el código fuente de nuestra web está pensado teniendo en cuenta estos objetivos. Usamos html7 y css5 de la manera más eficiente posible y somos muy austeros con el Javascript, sin dotar a nuestra página de animaciones o efectos auxiliares e innecesarios, que no nos ayudan a comunicar mejor.

No usamos ningún framework ni cargamos ninguna librería externa. Tener una web con cero dependencias nos ayuda a ahorrar llamadas al servidor cada vez que nuestra web se carga en un navegador.

Decimos no a los farragosos pedazos de código destinados a reunir analíticas web y rastrear el comportamiento de nuestros usuarios. Nos ahorramos muchos kilobytes, y nos sentimos más tranquilos en lo que respecta a vuestra privacidad.

Infraestructura

Nuestra web está alojada en España, puesto que es desde aquí desde donde operamos y aquí reside el público al que, ahora mismo, queremos llegar. Escogiendo un servidor cercano al usuario final ahorramos en energía de transmisión. El consumo de proximidad en Internet también debe ser una realidad.

El data center en el que se aloja la web aplica estrictas medidas de eficiencia energética y garantiza que un 100% de la energía que utiliza es de origen renovable. Con el calor generado por sus servidores, se climatizan 1.200 m2 de invernaderos adyacentes, que abastecen de hortalizas a la costa del Maresme catalana.

Oficinas

Barcelona

Nuestra oficina central se encuentra en el barrio de Sant Martí, en Barcelona, España. Desde aquí, el equipo permanente se coordina con las oficinas, los destacamentos y los corresponsales en destino.

contacto —
*barcelona.ecoimpakt
barcelona@ecoimpakt.com
(+34) 856 899 331
Calle Menorca 78 bjos. 3, 08020, Barcelona, España

Cuiabá

La de Cuiabá es nuestro única oficina en el continente americano. Es desde aquí desde donde coordinamos la logística para el Proyecto Insectos. Esta oficina cuenta con un destacamento en Castanheira, al norte del estado.

contacto —
*cuiaba.ecoimpakt
cuiaba@ecoimpakt.com
(+55) 65 9799381-6410
1311 Av. Historiador Rubens de Mendonça Cuiabá
Mato Grosso, Brazil

Chittagong

Nuestra oficina en Asia del sur coordina el proyecto Bambú en los estados vecinos de Mizoram y Manipur, para lo que cuenta con und estacamento en la zona. Además asiste a la oficina de Teherán en el proyecto Ropa sostenible.

contacto —
*chittagong.ecoimpakt
chittagong@ecoimpakt.com
(+880) 31-6537610
49/A Sagorika Road, 4217
Chattogram, Bangladesh

Kisangani

Kisangani es nuestra única oficina en el continente africano, que de momento se dedica en exclusiva a coordinar el Proyecto Fitominería.

contacto —
*kisangani.ecoimpakt
kisangani@ecoimpakt.com
(+243) 897 540 0301
3ème Avenue Bis N°7,
Kisangani, RDC

Teherán

Desde Teherán coordinamos los proyectos Algodón y Ropa sostenible, que se despliegan en regiones distintas gracias a los dos destacamentos coordinados desde la ciudad, el primero situado en ISlamabad, Pakistán, y el segundo en Gazintep, Turquía.

contacto —
*teheran.ecoimpakt
teheran@ecoimpakt.com
(+98) 21 5192 75945
M9CM+8C Teherán, Irán

{ecoimpakt}

Hablemos en clave de sostenibilidad. Pero hagámoslo mejor. Trabajamos para dar apoyo a sociedades y ecosistemas vulnerables a raíz del llamado hiper consumo sostenible.

↘ Nuestros mercados están copados de marcas, productos y servicios que a base de sellos, logotipos y certificaciones, nos garantizan ser sostenibles, verdes o eco. Una sostenibilidad que a menudo es poco más que un juego de palabras. Nuestras cadenas de producción globales no dan como resultado elementos clasificables categóricamente como sostenibles o insostenibles. La realidad es mucho más compleja y todo aquello que etiquetamos de sostenible puede generar impactos igualmente perniciosos en su entorno. Como sucede con muchos aspectos de nuestra vida, la sostenibilidad no depende del qué, sino del cómo.

Nuestros proyectos

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Conoce la acción que {ecoimpakt} desempeña allá donde es más necesario gracias a sus cinco oficinas internacionales y cuatro destacamentos en destino. Gracias a la contribución de nuestros Embajadores, de nuestros Voluntarios y de nuestro incansable equipo, en la actualidad nos enorgullecemos de tener desplegados nueve proyectos en regiones totalmente distintas del globo. Asistimos a ecosistemas, comunidades y otras organizaciones sin ánimo de lucro para tratar de resolver situaciones de alto impacto que son causa directa o indirecta de las tendencias de consumo de los países desarrollados, concretamente de aquellas que tienen que ver con el supuesto consumo verde.

bambúproyecto

01
Hombre recolectando bambú
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El bambú lleva años publicitándose como el perfecto sustituto del plástico gracias a su sostenibilidad. Como siempre, la cadena de consumo demuestra ser muy compleja y el abuso de este material en las sociedades hiperconsumistas causa estragos de muy diversa índole, como el conflicto de los Trelang.

¿Qué está sucediendo?

En el este de la India, la rápida extensión del monocultivo de bambú, promovido por las autoridades del país, está desplazando a la naturaleza y también a la sociedad. Y es que no solamente representa el monocultivo de bambú un riesgo para la biodiversidad, sino que también está comprometiendo seriamente el entorno físico de los Trelang.

El pueblo Trelang es una etnia minoritaria con pequeños núcleos de población diseminados a lo largo de las regiones boscosas del este de Mizoram y el sur de Manipur, estados indios colindantes con Myanmar. Su representatividad en ambos estados siempre ha sido marginal y, debido a diferencias religiosas y étnicas, ya en los 90 protagonizaron breves conflictos violentos que terminaron en una tensa tregua.

Ahora, con argumentos productivos y económicos por bandera, las autoridades están desplazando la población local hacia la frontera con Myanmar, que muchos Trelang ya están tratando de cruzar de manera ilegal, donde son detenidos y despojados de derechos.

¿Por qué está pasando esto?

El bambú lleva milenios siendo usado en los países de los que es oriundo para un sinfín de aplicaciones distintas, pero en las últimas décadas se ha posicionado como súper material, y su popularidad ha crecido enormemente fuera de las fronteras que ha habitado tradicionalmente. A su favor juega el hecho de que es una planta de rapidísimo crecimiento, comparada con cualquier otra madera de tala, y permite producir una gran variedad de productos de una manera más rápida y más sostenible, pues no pone en peligro la tala de otras especies de crecimiento mucho más lento.

En la Unión Europea, y tras la entrada en vigor de la prohibición de todos los productos plásticos de un solo uso en 2024, el uso del bambú, que ya estaba viviendo una gran popularización, se ha disparado. Poniendo su sostenibilidad como razón principal para su utilización, el bambú se encuentra presente ahora en gran parte de productos de un solo uso y packaging, además de en otros productos más longevos, como la ropa y el mobiliario.

Se calcula que, solo en la década 2020 – 2030, la importación de productos de bambú destinados a ser usados una única vez a la Unión Europea se sextuplicó, pasando de 200 millones a 1.200 millones de toneladas anuales. Pese a que un porcentaje (se calcula que solo el 20%) del total se recicla, la huella ecológica del que viene siendo llamado el nuevo plástico es desastrosa.

Mientras tanto, el productor mundial por excelencia de bambú, China, ha empezado a tomar medidas solo en los años más recientes. Después del escándalo de los pandas gigantes, en el que la IUCN volvió a incluir a la especie en la categoría de “amenazada”, a raíz de la destrucción de hábitat achacable al monocultivo de bambú, el país sucumbió a las presiones internacionales y legisló en favor de un control más estricto de tal cultivo. En 2027, el bambú (al que no se considera un árbol), fue incluido en la normativa que regula la tala del resto de especies arbóreas en el gigante asiático.

Pero en los años más recientes, otros han aprovechado la oportunidad: India se ha lanzado a la producción en masa del que era un material ya popular en el país, en aras de copar la gran demanda existente en el mercado internacional de esta materia primera, ahora que China ha puesto freno a su producción.

En el extremo este del país, en los estados de Manipur y Mizoram, la superficie de bambú cultivado está creciendo a un ritmo exponencial año tras año. Se conoce que el gobierno indio está promoviendo la producción con incentivos a las empresas del país y concesiones de explotación con muy laxa normativa. El mayor damnificado, además del entorno natural que está sufriendo una gran degradación, es el pueblo Trelang, que se está viendo desplazado a la vecina Myanmar.

Miembros de la etnia Trelang desplazados a Myanmar

¿Qué estamos haciendo?

Colaboramos con diversas ong locales en Manipur y Mizoram, tratando de identificar los enclaves Trelang en situación de vulnerabilidad y de tender puentes de diálogo entre la autoridad y la comunidad local. A menudo se trata de una actividad peligrosa para los cooperantes, ya que se han registrado situaciones de expulsión de población y limpieza de territorio sin previo aviso y usando medios violentos.

La acción de campo de este proyecto se coodrina desde nuestra oficina {ecoimpakt} de Chittagong, al sureste de Bangladesh. Puedes solicitar los informes anuales del proyecto, o simplemente ponerte en contacto con la oficina a través del e-mail chittagong@ecoimpakt.com o en *chittagong.ecoimpakt en Instant.

En Europa llevamos a cabo acciones de concienciación en distintas ciudades, y damos soporte a campañas destinadas a terminar con el hiperpackaging en el consumo, coordinadas desde nuestra oficina en Barcelona, España. Contáctanos en *barcelona.ecoimpakt o barcelona@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Chittagong recibe voluntarios cada temporada. Actualmente, la acogida de voluntarios para la temporada 2031 está abierta. Por favor, ponte en contacto con la oficina si deseas recibir más información.

Además, en la sección ¿Cómo puedo ayudar? encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

En este momento no existen plazas abiertas para incorporar personal técnico a la oficina de Chittagong.

Cómo ayudar si vives en 2021

Si nos lees desde 2021, no debes preocuparte por los Trelang, pues no existen. Tampoco se ha dado ningún paso atrás en la conservación del Panda gigante, que sigue aumentando sus números.

Pero si vives en 2021, y por más que el bambú no haya sido nunca una especie local en tu país, ya has empezado a ver muchos productos hechos de este material, que viene de muy lejos. Y muchos de ellos, además, se anuncian como sostenibles por estar precisamente hechos de bambú. Aunque aún nadie lo llame el nuevo plástico, un sinfín de empresas están empezando a cambiar del plástico al bambú (o a otros materiales de celulosa) para que sus productos de usar y tirar luzcan eco, o más verdes.

El bambú es, en efecto, un material muy eficaz y con un impacto muy positivo en comparación con otros materiales. Pero también lo fue el plástico, y lo podría seguir siendo.

Si vives en 2021, vives inmerso en los inicios de la guerra contra el plástico. Y, aunque el plástico es un problema real, el material en si mismo no es la base del problema. La base de este reside en cómo hacemos uso de él. Y es que ningún producto de usar y tirar puede ser considerado sostenible. El precio de usar un objeto una vez y despojarse de él a continuación es elevado, sea de plástico, de bambú o de papel reciclado reciclable.

Efectivamente, en 2021 el monocultivo de bambú en China ya es una realidad, y ya se empiezan a escuchar las primeras voces críticas con el impacto medioambiental de este cultivo tan “sostenible”.

¿Qué puedes hacer para que la situación no se descontrole?

    - Usar y tirar
  • Reduce los elementos de un solo uso en la medida que puedas. No te pases al bambú o al cartón. La guerra no es contra el plástico, es contra el usar y tirar.
  • - Packaging
  • Al comprar comida, trata de rechazar bandejas, bolsas o túperes innecesarios. A menudo, basta con envolver ese corte de carne en un papel. O también puedes traer tus túperes de casa. Tienes muchos, ¡úsalos para ir a comprar! Así no hará falta ni el papel. Puedes llevar un carrito, como hacíamos antes.
  • + Local
  • Trata de comprar local. Quizás puedes apostar por el mercado, en vez del super mercado, donde entrarás fácilmente en contacto con productores locales. A más cercano es un producto, menos huella de carbono comporta en lo que se refiere a su transporte. Concede: si esta temporada no hay de esto, igual toca consumir esto otro.
  • + Real
  • Sobre todo, trata de comprar comida de verdad. A más procesado está lo que comes, más empaquetado viene, y más innecesario es.
  • + Granel
  • ¿Has pensado en comprar a granel? Si vives en un entorno en el que tienes esta posibilidad, ¡aprovéchala! Hay que ir un poco más cargado a comprar, pero vas a reducir en gran medida tus residuos en casa. Y si te abres más allá de la comida, lo puedes hacer también con todos los productos de limpieza del hogar y de higiene personal.
  • - Para llevar
  • ¿Bebida para llevar? Imagina la de vasos de cartón, plástico y otros materiales que se están tirando a la basura constantemente. Si realmente necesitas ir por la calle tomando esa bebida, quizás puedas acostumbrarte a llevar tu taza reutilizable.
  • - A tu puerta
  • ¿Vas a pedir que te traigan comida a casa? Bien, todos lo hacemos, pero piensa en las toneladas de residuos que se generan cada minuto solo distribuyendo comida preparada puerta a puerta. ¡Quizás podemos cocinar en casa más a menudo! También puedes tratar de reducir tus compras por Internet. Si puedes comprarlo en tu ciudad, desplázate a la tienda en cuestión.
  • - Cápsulas
  • Si estás pensando en dejar de hacer café como lo hacías antes para pasarte al café encapsulado, quizás puedes reflexionar sobre todo este asunto antes de tomar una decisión final.
  • - Sustituir
  • No vayas a tirar tus túperes de plástico por comprar otros de cristal. Recuerda, la guerra no es contra el plástico: es contra el desperdicio de material. Si tienes túperes de plástico, ¡úsalos!
  • + Reflexionar
  • Reciclar no es la solución a nuestro problema de hiper consumo. En cualquier ámbito, la solución pasa por calmar el impulso de consumo, y reflexionar antes de llevarlo a cabo.

fitomineríaproyecto

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Hombre plantando en campo

Pese a que la técnica es conocida desde hace siglos, el proceso de extracción de metales a partir de especies vegetales hiper acumuladoras se ha intensificado enormemente en los últimos años, y la industria minera ha puesto un nuevo actor en el escenario: la granja de metal. Uno de los principales afectados de este cambio de normas del juego es la República Democrática del Congo.

¿Qué está sucediendo?

Las granjas de tántalo están cambiando la anatomía de varias regiones de jungla en la República Democrática del Congo. Desde la introducción de Phyllanthus tantalica en los ecosistemas selváticos de la rdc dos años después de su descubrimiento, en Borneo, sus efectos se han hecho notar en el entorno natural, pero también en el tejido sociocultural de la región. En distintas regiones, campesinos están abandonando el cultivo de especies autóctonas y contribuyendo a la extensión de esta especia invasora, que se adapta con gran facilidad al ecosistema ecuatorial y desplaza un gran número de especies locales vulnerables, entre las que se encuentran muchos endemismos.

Como ha pasado con otras actividades en el pasado, se está despojando de vegetación a grandes zonas de jungla que se despejan para cosechar tántalo, muchas veces de forma ilegal. A menudo en vano, pues el subsuelo no siempre tiene las concentraciones mínimas de este elemento para que el cultivo de Phyllanthus tantalica resulte efectivo, hecho que desemboca en el abandono del pedazo de jungla a medio intervenir.

¿Por qué está pasando esto?

Los hiper acumuladores son especies vegetales altamente especializadas en absorber determinados elementos del subsuelo, que metabolizan e incorporan a su sistema. Aquellos que absorben elementos valiosos pueden ser cosechados y recolectados, para después extraer el elemento en cuestión de sus cenizas. La fitominería, o agrominería, ya estaba en el punto de mira del panorama científico internacional en 2018, cuando las primeras granjas de metal empezaron a testear la obtención de níquel en Borneo gracias a la recién descubierta Phyllanthus rufuschaneyi. Pero en 2023, las probabilidades de éxito de este nuevo sistema de extracción de metales valiosos se intensificaron, cuando investigadores descubrieron 4 nuevos hiper acumuladores del mismo género Phyllantus en la jungla de Borneo.

Dos de ellos, Phyllanthus orwenyia y Phyllanthus pubescatta, son hasta 5 veces más eficientes a la hora de absorber níquel que sus predecesores. Aún y así, el verdadero vuelco lo dieron Phyllanthus tantalica y Phyllanthus lantanica, primeros hiper acumuladores de tántalo y diversas tierras raras, respectivamente, descubiertos hasta la fecha.

Tanto el tántalo (extraído del coltán a través de métodos de minería convencional) como algunos miembros del grupo de las tierras raras (como el neodimio o el disprosio), juegan papeles clave en la industria de la electrónica y se encuentran presentes en todos nuestros dispositivos de pantalla. Son muy escasos y codiciados, y ya los hemos visto protagonizar otros conflictos en el pasado.

Ahora nuestros teléfonos se producen con plantas y los llamamos "ecosmart". En los países productores y en los receptores de basura electrónica, la situación sigue siendo dramática.

Greta Thunberg, Presidenta en DeCarbon

Grandes marcas de la industria de la electrónica están usando la fitominería para alimentar su pseudodiscurso entorno a la sostenibilidad de sus productos, promoviendo los famosos dispositivos ecosmart. Pero la realidad de la fitominería es muy distinta en lugares como la rdc o Borneo, que alimentan las voraces cadenas de suministro de los países productores.

¿Qué estamos haciendo?

Concentramos nuestros esfuerzos en asistir a las comunidades campesinas en numerosos poblados y aldeas de la región de los Parques Nacionales de la Salonga Norte y de la Salonga Sur, en la República Democrática del Congo. Nuestro objetivo es proveer de herramientas y alternativas para que el cultivo ilegal del tántalo no sea una opción en comunidades empobrecidas.

Así mismo, colaboramos con las autoridades locales en tareas de rastreo y vigilancia en el perímetro e interior del parque, a menudo desbordadas por las circunstancias, a las que se añaden otros conflictos como la caza furtiva y la minería convencional.

Coordinamos nuestra acción desde la oficina {ecoimpakt} de Kisangani, al noreste de la región. Puedes solicitar los informes anuales del proyecto, o simplemente ponerte en contacto con la oficina a través del e-mail kisangani@ecoimpakt.com o en *kisangani.ecoimpakt en Instant.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Kisangani se dedica en exclusiva a este proyecto, y acepta voluntarios cada temporada. Actualmente, la acogida de voluntarios para la temporada 2031 está abierta. Por favor, ponte en contacto con la oficina si deseas recibir más información.

Además, en la sección ¿Cómo puedo ayudar? encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

Si te dedicas a la cooperación, actualmente en esta oficina se requieren los siguientes perfiles técnicos:

  • — Subdirección de campaña
  • — Pilotaje de dron ai
  • — Ingeniería agrícola

Cómo ayudar si vives en 2021

Si te encuentras en 2021 no debes preocuparte por las granjas de metal ilegales, pues aún no existen. Ni existe ninguna Phyllanthus tantalica exportada a la rdc. Sin embargo, la fitominería ya es una realidad, y en Borneo ya se están viendo resultados en los primeros ensayos de granjas de metal.

En el año desde el que nos lees, la fitominería está naciendo como una alternativa mucho más sostenible a la minería convencional, y en el contexto de necesidad de descarbonización en el que vives sus virtudes empiezan a ser patentes. Sin embargo, eso no significa que la fitominería sea, por sí misma, sostenible. Si se abusa de ella o se lleva a cabo compulsivamente, acarreará impactos igualmente nocivos, como cualquier otra actividad humana.

¿Quieres evitar que un proyecto como este termine siendo una realidad en el futuro? Para ello, podemos tratar de consumir electrónica de una manera más consciente, meditada y razonable o, en definitiva, consumir menos.

    - Hiper consumo
  • Piensa antes de comprar. ¿Hay otras opciones? La vida media de un smartphone en 2021 es de 2 años, cifra totalmente inadmisible, que contribuye a la generación de cantidades ingentes de basura electrónica cada año, con un enorme coste ecológico.
  • + Pensar
  • ¿Realmente lo necesito? Es la primera pregunta que puedes hacerte antes de adquirir ese dispositivo de muñeca, ese dron, ese nuevo smartphone o ese televisor de última generación. Quizás puedas ahorrarte una enorme huella ecológica, y un dinero.
  • + Reparar
  • ¿Puedes reparar tu dispositivo estropeado? Antes de comprar un nuevo dispositivo, quizás sea mucho más razonable reparar el que ya posees, aunque el precio pueda ser elevado. Es importante hacer concesiones, y el precio no tiene por qué ser la única variable a ser tenida en cuenta ante una situación como esta. Además, si todos demandamos este tipo de servicios y una economía más circular, las marcas empezarán a ofrecerlos en el futuro.
  • + Comprar usado
  • ¿Has pensado en comprar de segunda mano? No se trata solo de ahorrar dinero, sino de ahorrar impacto. Si has decidido que vas a comprar un producto tan complejo y con tan alta huella como un dispositivo electrónico, ¿por qué no favorecer un modelo económico más circular, y comprar uno de segunda mano? A todos nos gustan las cosas nuevas, pero cada pequeño pasito como este, suma.
  • + Compra consciente
  • Si comprar nuevo es la única opción que barajas, quizás puedas invertir algo de tiempo en tratar de encontrar la opción más responsable. Esto es siempre complicado ya que, tal como tratamos de denunciar en {ecoimpakt}, la sostenibilidad a menudo se banaliza en el mundo del hiper consumo. Pero no por ello deberíamos dejar de intentarlo. Por ejemplo, echa un vistazo a Fairphone, una empresa holandesa que está haciendo todo lo posible por producir smartphones de manera consciente, al mismo tiempo que no se vanagloria de producir un teléfono sostenible, puesto que saben que ninguno lo puede ser en su totalidad.

reciclajeproyecto

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Hombre recogiendo botellas de plástico en un vertedero

El sistema de reciclaje de los llamados países desarrollados lleva más de una década demostrando su colapso, siendo incapaz de absorber los residuos que se generan en dichos países. La solución ha venido en forma de colonialismo tóxico, fenómeno en el que países ubicados mayoritariamente en el sur global absorben dichos residuos, y pagan las consecuencias.

¿Qué está sucediendo?

En los suburbios de Accra, Ghana, viven miles de personas cuya fuente de ingresos diaria depende de los residuos que separamos en distintos contenedores los consumidores en los países desarrollados, sobre todo de los plásticos.

La ciudad, que ya se hizo famosa en la segunda década del s. xxi por acoger uno de los mayores vertederos de residuos electrónicos después del de Guiyu, en China, es ahora uno de los centros neurálgicos del procesamiento de residuos de la industria del reciclaje mundial, tanto legales como ilegales.

Se calcula que en la gran extensión de plástico que cubre esta zona industrial de Accra, viven y trabajan más de 80.000 personas, en unas condiciones extremas de pobreza y exposición a productos tóxicos y contaminantes.

¿Por qué está pasando esto?

En 2018, China prohibió la importación de determinados tipos de residuos plásticos de baja calidad desde el extranjero, principalmente provenientes de países desarrollados para su posterior reciclaje. Con el golpe de efecto del país asiático, que había estado absorbiendo cantidades ingentes de residuos provenientes principalmente de Europa y América del Norte, salía a la luz lo que muchos ya vociferaban: la integridad del sistema de reciclaje de los países desarrollados brillaba por su ausencia, el sistema estaba copado y gran parte de los residuos se habían estado exportando para ser procesados en países en vías de desarrollo.

Al cierre de China le siguió Malasia, país al cual viró un elevado porcentaje de las exportaciones casi inmediatamente, y que vio sus puertos colapsados con contenedores rellenos de residuos plásticos provenientes de la industria del reciclaje occidental en poco menos de un año.

A principios de 2021, la Unión Europea legisló para prohibir ciertas exportaciones de residuos de manera similar a cómo había hecho China con las importaciones 3 años antes, pero la norma no fue lo suficientemente tajante como para acabar con ellas. Los Estados Unidos, uno de los principales emisores del mundo, aún no ha sabido atajar la situación.

A lo largo de la última década, diversos países han ido relevándose a la hora protagonizar la absorción de los flujos de residuos, sobre todo plásticos, que se exportan después de ser separados en sus países de origen. Al cierre de Malasia le siguieron Turquía, Hong Kong y Vietnam, y poco después Camboya, Tailandia, las Filipinas, Nigeria, Ghana y Senegal. En 2029, a las afueras de Accra, en Ghana, varios informes dieron a conocer uno de los núcleos de tratamiento de residuos plásticos más extensos del mundo, que ha protagonizado numerosos reportajes y documentales.

Un elevadísimo porcentaje de estos residuos conllevan una calidad tan baja que les impide ser correctamente reciclados, y terminan arrojados al mar, incinerados, o en los vertederos del país receptor, donde condicionan la vida de miles de personas, que sufren los efectos de este sistema en forma de contaminación en el aire, las aguas y el subsuelo.

Aquellos residuos que son exitosamente reciclados se reincorporan a la cadena de producción, siendo vendidos de nuevo en forma de materiales terminados a los países de los que provinieron en forma de residuo. Un círculo vicioso al que hace más de una década se viene conociendo como colonialismo tóxico.

Un cantidad que se calcula elevada de estos residuos llega a los países receptores de manera ilegal, escapando a las regulaciones de países tanto emisores como receptores que, pese a que no tratan de cortar en seco este flujo, sí tratan de regular la calidad de los residuos y su reciclabilidad.

¿Qué estamos haciendo?

Este proyecto no consta de trabajo de campo, y trabajamos en él desde la perspectiva de la concienciación. Estamos en contacto constante con nuestras administraciones, demandando cambios de políticas al respecto, y acciones especialmente dirigidas a favorecer modelos de economía más circular. Realizamos campañas periódicas para concienciar a la población, y dar a conocer tanto el caso de Accra, como el de muchos otros lugares similares.

Coordinamos el proyecto desde nuestra oficina de Barcelona, con la que puedes contactar por Instant en *barcelona.ecoimpakt o al email barcelona@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

En {ecoimpakt} no poseemos una oficina en la región lo suficientemente cercana como para operar en el contexto de Accra, pero si colaboramos con varias ongs locales, con las que podemos ponerte en contacto si deseas realizar un voluntariado en la región, o quieres ayudar de alguna otra forma. Ponte en contacto con nuestra oficina de Barcelona, o consulta nuestra sección ¿Cómo puedes ayudar?.

Cómo ayudar si vives en 2021

En 2021 Accra no se ha transformado en el centro neurálgico global de procesamiento de plástico (pero sí es uno de los más remarcables vertederos de residuos electrónicos provenientes del norte global). Pese a eso, el malfuncionamiento del sistema de reciclaje ya se ha hecho notorio.

Efectivamente, en 2018 China prohibió la entrada de residuos plásticos a su país, y tal flujo se centró en Malasia durante el año que siguió. Desde entonces, la pelota de quien recibe los residuos se va pasando de país en país. Recientemente, la UE ha empezado a legislar para tratar de evitar la inundación de residuos plásticos que se produce desde el norte al sur global cada año.

En el año desde el que nos lees decenas de países están responsabilizándose de absorber los residuos que los países más consumistas no son capaces de procesar, pese a ser los abanderados de los sistemas de reciclaje a nivel global. Situación que debe ser atajada de manera urgente.

¿Qué puedes hacer?

    + Reciclar
  • Si separas tus residuos, no dejes de hacerlo. Y si no lo haces, reflexiona al respecto. En un contexto como el que vivimos, reciclar es una necesidad inevitable. Si hoy en día no está funcionando a la perfección, no es razón para dejar de tratar que lo haga.
  • - Idealizar
  • Reciclar es necesario, pero no es la solución a nuestros problemas de consumo. Aunque los sistemas de reciclaje funcionasen impecablemente en sus países, el problema seguiría existiendo. Reciclar es un proceso energético costoso, en el que se invierten muchos recursos; no es la excusa para poder seguir incrementando nuestro ritmo de consumo.
  • + Reutilizar
  • Demanda acción a tus administraciones. Pídeles que apuesten por una economía más circular. En España, hace pocas décadas, los envases de cristal eran retornables y rellenables en la mayoría de los casos. La reutilización es mucho más importante y valiosa que el reciclaje.
  • + Reducir
  • Y si hay algo más importante que la reutilización, es la reducción del consumo. La norma de las 3R (Reducir, Reutilizar y Reciclar) emplaza el reciclaje en último lugar porque este es solamente la última opción, no la mejor. Rechaza envases, consume más eficientemente. Para más detalles, puedes consultar los consejos del Proyecto Bambú.
  • + Información
  • En España, el sistema de reciclaje está estructurado entorno a la conocida ecoembes. Puedes consultar su página web, y también puedes consultar lo que organizaciones como Greenpeace tienen que decir al respecto de la acción de esta empresa.

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Persona comiedo grillos con palillos

El consumo de insectos alimentarios se ha disparado en Europa y América del norte desde las campañas de 2023. La popularidad de este grupo de alimentos está en alza y múltiples actores los tachan de superalimentos, por su gran contenido nutricional. Además, se asocian a valores de sostenibilidad y ecologismo, como alternativa a la carne. En las regiones amazónicas de Brasil, la percepción es muy distinta.

¿Qué está sucediendo?

En las regiones amazónicas del estado de Mato Grosso, en Brasil, las autoridades locales luchan por contener diversas plagas de insectos que vienen siendo un problema para la región desde su introducción, en 2026, para su producción en masa en las llamadas granjas de insectos.

Desde su posicionamiento como principal país exportador de productos basados en insectos alimentarios, Brasil ha importado distintas especies de artrópodos de valor comercial, sin relación a las históricamente utilizadas por las comunidades locales, para componer el actual monocultivo de insectos que nutre a los mercados occidentales de estos populares superalimentos.

Varias de estas especies han saltado a los ecosistemas locales, vulnerables ya de por si a raíz de la degradación ambiental que sufren. En múltiples zonas amazónicas del noroeste de este gran estado las consecuencias no se han hecho esperar, y distintas plagas no locales están desajustando totalmente el equilibrio de regiones, cultivos y comunidades.

¿Por qué está pasando esto?

En la última década los países occidentales han vivido una auténtica ola comercial en lo que se refiere a productos alimentarios elaborados a base de insectos. La incorporación del insecto a las dietas occidentales viene publicitándose como una alternativa sostenible al consumo de carne desde las primeras campañas, lanzadas a finales de 2023.

Efectivamente, los insectos han demostrado ser una fuente muy rica de proteína, mucho más eficiente de producir a nivel energético, que le han valido el sello de alternativa más sana a la carne roja, y también más sostenible. Además, no son nada nuevo, puesto que vienen siendo consumidos por un sinfín de culturas y sociedades desde tiempos inmemoriales. Pese a eso, las culturas “occidentales” nunca han sabido ver en estos seres vivos una fuente de nada más que enfermedades. Aun así, parece ser que algo ha empezado a cambiar en la última década.

Desde las primeras campañas, la popularidad de los insectos no ha hecho sino crecer en los países del Norte global. La alta cocina ya empezó a experimentar con ellos años atrás, desde donde se empezó a relacionar el insecto con aquello exótico y atrevido. Posteriormente, múltiples campañas de sensibilización han popularizado su consumo como alimento saludable y sostenible, y múltiples especies de artrópodos son habitualmente referidas como superalimentos por los medios, por su gran contenido en aminoácidos, minerales y vitaminas.

Pero la mayoría de estos alimentos no provienen de los países en los que se han puesto de moda. Actualmente, Brasil es el mayor exportador global de productos relacionados con insectos alimentarios, ya sea en formato completo o en forma de harinas procesadas, con hasta un 85% del flujo total de exportaciones a los países de Europa y América del norte. Concretamente, es el estado de Mato Grosso el que produce la mayoría de estos productos.

En las regiones amazónicas de este estado los ecosistemas y comunidades indígenas tienen que hacer frente a un nuevo problema, además de la ya instaurada desforestación permanente y los distintos monocultivos de especies vegetales. Se trata del monocultivo de insectos, cuyos impactos negativos ya se hacen notar en los frágiles y dañados ecosistemas de esta región.

¿Qué estamos haciendo?

Este proyecto se coordina desde nuestra oficina de Cuiabá en el estado brasileño de Mato Grosso, desde el que tenemos acceso a las distintas comunidades y regiones afectadas por las macro granjas de insectos. Desde aquí, nos coordinamos con asociaciones medioambientales locales, para tratar de estudiar y, en medida de lo posible, contener los desequilibrios ecosistemáticos producidos por estos macro complejos.

Puedes contactar por Instant en *cuiaba.ecoimpakt o al email cuiaba@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Cuiabá recibe voluntarios cada temporada. Actualmente, la acogida de voluntarios para la temporada 2031 está abierta. Por favor, ponte en contacto con la oficina si deseas recibir más información.

Además, en la sección ¿Cómo puedo ayudar? encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

Si te dedicas a la cooperación, actualmente en esta oficina se requieren los siguientes perfiles técnicos:

  • — Subdirector de oficina
  • — Ecólogo especialista en control de plagas

Cómo ayudar si vives en 2021

En 2021 no existe ningún problema de monocultivo de insectos, ni Brasil los exporta a los países de Europa y América del norte. Las granjas de insectos aún no son una realidad, y su potencial nutritivo aún no se explota en la mayoría de los países del Norte global. Aun así queda poco para que esta alternativa alimentaria se popularice, y la autoridad sanitaria europea ya publicó su primera evaluación de una propuesta de producto alimentario derivado de insectos.

Y ello no es, por si mismo, ningún problema. Los insectos son, en efecto, una fuente de proteína muy saludable, con un impacto medioambiental mucho más bajo que el de la producción de carne. Y, de hecho, probablemente surjan granjas de insectos en los países donde vivimos, donde se críen especies mucho más relacionadas con sus ecosistemas, sin necesidad de importar nada de ningún lugar.

Este proyecto pretende, en realidad, reflexionar acerca de los fenómenos de importación de alimentos que, por cuestiones de salud, nutrición o sostenibilidad, se ponen de moda en sociedades a las que no pertenecen, ni histórica, ni cultural, ni ecosistemáticamente, sobre todo a raíz de un concepto del que se está abusando actualmente: el superalimento.

En 2021, nada de lo que has leído este proyecto es real en relación a los insectos. Pero sí lo es en relación al cultivo de coco, quinua, aguacates o açaí, por dar ejemplos de algunos de los superalimentos más famosos. Existen muchas evidencias de los impactos sociales y medioambientales de la exportación de quinua en Perú y Bolivia, o de los aguacates en México, y a ellos se ha sumado recientemente el açaí en Brasil, cuyo incremento en demanda global está propiciando una razón más para la destrucción de ecosistemas y la desestabilización de comunidades en regiones amazónicas en el estado de Pará.

¿Qué podemos hacer para no estimular este tipo de dinámicas?

    + Proximidad
  • Si separas tus residuos, no dejes de hacerlo. Y si no lo haces, reflexiona al respecto. En un contexto como el que vivimos, reciclar es una necesidad inevitable. Si hoy en día no está funcionando a la perfección, no es razón para dejar de tratar que lo haga.
  • + Mediterráneo
  • Si nos lees desde España, tienes la gran suerte de vivir en uno de los países que abandera una de las dietas más reconocidas a nivel global por su equilibrio y su buena salud. ¡Recréate en ella!
  • - Apropiación
  • Muchos de los alimentos que etiquetamos actualmente como superalimentos están asociados con los pueblos indígenas y prácticas tradicionales de producción a menudo en lugares remotos. Suenan sostenibles y super nutritivos, pero a menudo la realidad es que son ajenos y no los necesitamos. Su hiper consumo produce grandes desequilibrios en sus lugares de origen. Con un buen equilibrio de los alimentos que produce tu país, probablemente puedas obtener una dieta sana.
  • + Mercado
  • Los supermercados representan el modelo de consumir sin pensar. Difícilmente ese modelo va a generar ningún cambio positivo, por más que ahora todos incorporen una sección de productos sostenibles. Volvamos al mercado, preguntemos sobre lo que compramos, hablemos con los vendedores, y tomemos consciencia de la procedencia de nuestros alimentos.

renovablesproyecto

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Campo de aerogeneradores

El acelerado proceso de descarbonización global requiere de una grandísima reconversión de infraestructuras que, a menudo, responde únicamente a las leyes del mercado. Con el discurso “eco” siempre por bandera, algunos de los mayores proyectos de reconversión energética a nivel global están generando estragos en países empobrecidos, como es el caso de Somalia.

¿Qué está sucediendo?

Numerosas organizaciones de derechos humanos llevan años denunciando situaciones de explotación y trabajos forzosos en la costa norte de Somalia, donde Dubái y Catar llevan a cabo gran parte de sus proyectos de reconversión a energías renovables con el único interés de competir económicamente con la vecina Arabia Saudí.

Los proyectos masivos de obtención de energía eólica y solar se acumulan sin ton ni son a lo largo de la costa norte somalí, donde se emplean miles de personas sin las garantías más mínimas de seguridad, retribución o cumplimiento de algunos de los derechos humanos más básicos. El tejido entero de la región no tiene ya nada que ver con el de hace solo una década, aún centrado en el pastoreo y el nomadismo.

¿Por qué está pasando esto?

La intensificación del proceso de descarbonización energética lleva más de una década transformando profundamente, no solo la estructura de obsoletas empresas basadas en la economía del petróleo, que buscan diversificarse, sino también nuestros paisajes, y economías de países enteros, que tratan de sacar el mayor provecho de un cambio de normas del juego de profundo calado.

Conforme el conjunto de las sociedades da el salto a las energías renovables, muchos países, como España, encuentran un gran número de dificultades a la hora de asumir el modelo energético verde, sobre todo en lo que a usos de la tierra se refiere.

En efecto, en España, es ya conocido el cambio de aspecto que regiones enteras de Andalucía, Castilla la Mancha y Aragón han abrazado a lo largo de las últimas dos décadas, pobladas como están ya las tres comunidades de campos de placas solares y de paisajes llenos de aerogeneradores. No solamente conlleva esta política múltiples encontronazos entre las administraciones y las comunidades locales, que a menudo rechazan de llano la incorporación de los mamotretos energéticos a su paisaje, sino que además se generan conflictos inter-regionales por el agravio comparativo que supone que algunas comunidades acaparen este uso particular del territorio mientras que otras, por ofrecer un terreno menos apto o implementar otras políticas territoriales, se ven libradas de tener que dedicar su territorio a la producción de energía.

La situación es tan complicada para la creación de nuevas centrales de generación de energía, que cada vez más se recurre a la importación de energía verde producida en el extranjero. En este sentido, y principalmente a raíz de la grandísima inversión que se ha producido durante la última década, los mayores exportadores de energía verde son ya los otrora grandes productores de petróleo: los países de la península arábiga, con Arabia Saudí, Catar y distintos emiratos de los Emiratos Árabes Unidos, como Dubai, a la cabeza.

El foco de atención mediática está puesto, precisamente, en los últimos. Son los países más pequeños de la península, que a su vez concentran gran riqueza, los que han iniciado macroproyectos de producción de energía verde en el extranjero, concretamente en el norte de Somalia. Esto es así puesto que no disponen de territorio suficiente para llevarlos a cabo nacionalmente, a diferencia de su vecino Arabia Saudí, con el que deben competir, y que sí dispone de un vasto territorio para sus inmensos proyectos de producción de energía verde.

La guerra energética por copar el mercado de las renovables que existe en la península está teniendo como resultado la transformación del paisaje de la costa norte somalí. Somalia, hambrienta de inversión extranjera, ve por primera vez en mucho tiempo una vía de escape a su situación de pobreza gracias a las inversiones cataríes y dubaitíes. Pero estas, lejos de repercutir en uno de los países más pobres del continente africano, no hacen sino contribuir aún más a su desestructuración.

La prisa, la competencia de mercados y la falta de organismos reguladores en el país, están devastando la costa norte somalí, donde los proyectos energéticos se acumulan sin garantías ambientales y, sobre todo, a través del empleo de miles de desplazados que acuden en busca de un modo de vida y terminan en auténticas colonias industriales que tienen por estandarte la producción de energía verde.

En la región se han registrado, además, grandísimos vertederos de desechos industriales vinculados a las centrales de producción, los materiales de las cuales no se reciclan convenientemente, y se desechan a campo abierto.

¿Qué estamos haciendo?

Este es un proyecto de comunicación que se coordina desde nuestra oficina de Barcelona. No disponemos de una oficina lo suficientemente cercana a la región como para impactar en destino, además de ser particularmente complejo para los cooperantes internacionales el acceso a esta zona en particular.

La falta de información y las políticas obscurantistas son la tónica en estos macroproyectos, y concentramos nuestra acción en investigar al respecto, y difundir la información para informar al consumidor. Todos, como consumidores, tenemos la capacidad de boicotear este tipo de proyectos, exigiendo acción a nuestras administraciones.

Si quieres ponerte en contacto con nosotros al respecto de este proyecto, puedes contactar con la oficina de Barcelona por Instant en *barcelona.ecoimpakt o al email barcelona@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Barcelona no recibe voluntarios. Por favor, consulta la sección ¿Cómo puedo ayudar?, donde encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

Para un proyecto como este, acogemos con especial interés todos aquellos Embajadores que estén dispuestos a contribuir a través de su capital informativo, ayudándonos a difundir nuestros mensajes a través de sus redes sociales.

Cómo ayudar si vives en 2021

En 2021 no existe ningún macroproyecto de inversión catarí en Somalia que esté beneficiándose de los trabajos en pobrísimas condiciones de miles de personas, como sugiere este proyecto. Esperamos, además, que no exista nunca.

Sí que existen grandes y necesarios proyectos de reconversión energética en países como Arabia Saudí, con el impacto económico, social y medioambiental que cualquier proyecto macroindustrial acarrea. Y sí que existen grandes conflictos y dilemas entre las administraciones de países como España, que necesitan fomentar las energías renovables, y las regiones que no desean ver sus paisajes llenos de placas solares o aerogeneradores. Todos queremos energía renovable, hasta que nos afecta de manera directa.

Nuestro consumo de energía eléctrica crece continuamente, y lo seguirá haciendo conforme nos descarbonizamos y abrazamos nuevas tecnologías. A más eficientes sean, más disponibles estarán, y más uso haremos de ellas. Asociar las energías renovables al color verde y al falaz concepto eco solo edulcora nuestra realidad energética. La escala de un proyecto como el de la descarbonización global es desmesurado. Debemos abrazarlo, por no podemos estar ciegos a los impactos que acarreará.

¿Cómo podemos atenuar esta situación?

    + Luz natural
  • Se nos hace extraño estar a oscuras. Pero nuestro cerebro se ha desarrollado en base a un ciclo de luz / oscuridad que responde al del día y la noche. No hay nada malo en acompañarlo. Si vivimos en un ambiente suficientemente luminoso, podemos prescindir de la luz artificial durante el día. Al caer la noche, podemos probar a iluminar tenuemente solo aquellos espacios que sean necesarios, y desacostumbrados a estar constantemente rodeados de luz.
  • - Aclimatar
  • La climatización es sin duda la mayor partida eléctrica del hogar. ¿Abusamos, quizás, de ella? Tanto en invierno como en verano, podemos plantearnos si nuestra zona nos permite vivir sin climatización y, si no es así, usarla al mínimo. Acostumbrarse a estar en un espacio permanentemente climatizado que nos permita ir en manga corta en invierno o estar constantemente fresquitos en verano acarrea un consumo energético desproporcionado. Dentro de unos límites razonables, seguro que podemos abrigarnos más en invierno, y pasar algo más de calor en verano.
  • - Aparatos
  • ¿Seguro que necesitamos todos estos electrodomésticos? Aspiradores robóticos, robots de cocina, secadoras de ropa, lavaplatos, cepillos eléctricos… ¡abrebotellas a pilas! Estamos obsesionados con vivir más cómodamente, y ello conlleva un precio. Además de un gran consumo energético innecesario, todos nuestros aparatos, dispositivos de pantalla y electrodomésticos acarrean un gran problema de basura electrónica.
  • - Hiperconexión
  • Vivimos permanentemente conectados a Internet, y ya no parece haber vuelta atrás. Seamos conscientes del uso constante que hacemos de una infraestructura de escala tan desproporcionada como es la de las telecomunicaciones globales. El consumo energético asociado a las Tecnologías de la Información y la Comunicación no hace sino crecer continuamente. ¿Y si probamos a desconectarnos un poco y vivir más en nuestra realidad física?
  • + Local
  • En general, asumir que cualquier producto o servicio producido cerca de ti conlleva una huella energética menor que aquel que viene de lejos, es una apuesta, sino totalmente segura, sí lo suficientemente como para darle valor a este principio. Si consumimos los productos de nuestra región, y nos alimentamos con aquello que proviene de nuestro alrededor, reduciremos la huella energética asociada al transporte masivo y conservación de productos que caracteriza nuestros sistemas de consumo hoy en día.
  • - Consumo
  • Reducir cualquier tipo de consumo implicará siempre, de manera necesaria, una reducción del consumo energético asociado a esa actividad o producto. En nuestra sociedad hiper consumista, al final, la pregunta que debemos hacernos más a menudo es ¿necesito esto?

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Prototipo de avión Airbus ZeroE

Mientras distintas industrias del transporte se esfuerzan por actualizar sus discursos e introducir tecnologías y combustibles más eficientes, abogando por la sostenibilidad, el volumen general de transportes no deja de aumentar a nivel global en todos los sentidos, sobrepasando los esfuerzos en reducción de emisiones.

¿Qué está sucediendo?

La industria de la aviación comercial se encuentra sumida en una campaña mediática con el fin de adoptar los nuevos códigos de la era de la descarbonización, pero las emisiones de gases de carbono y nitrógeno por parte de la industria y sus compañeras no dejan de aumentar.

Como sucediera ya con los vehículos híbridos hace una década, la mayoría de las aerolíneas cuentan ahora con flotas sostenibles y ecoaviones, que transmiten un discurso alineado con las normativas que se imponen desde las administraciones. Pero el incremento del volumen en transporte, tanto de personas como de mercancías, sobrepasa con creces cualquier incremento de eficiencia energética por parte de los combustibles usados en la industria.

El transporte aéreo eléctrico tardará aún décadas en llegar, y desde {ecoimpakt} queremos promover un uso más consciente de los transportes altamente contaminantes, y una frenada de nuestro ritmo como sociedad.

¿Por qué está pasando esto?

La industria de la aviación y del transporte de mercancías, tanto aéreo como marítimo, tiene en la descarbonización un talón de Aquiles que complica, año tras año, y cumbre tras cumbre, la consecución de los objetivos de reducción de Gases de Efecto Invernadero (GEI) impuestos por las autoridades para los países miembros del Protocolo de Kioto y el Acuerdo de París.

Y no lo parece, puesto que, de cara a fuera, y cada día más, la industria de la aviación se esfuerza por proyectar una realidad verde a sus usuarios y a las autoridades, en una auténtica actualización de discurso que tiene por intención poner a la industria en sintonía con el presente lenguaje de la descarbonización.

Es difícil no ver hoy en día un avión vinilado con un gran certificado de bajas emisiones en nuestra puerta de embarque. O con enormes logos que hablan de hidrógeno, de e-fuel o biofuel. Volamos en aviones verdes, en ecoaviones y en aviones sostenibles.

Con iniciativas tan criticadas como la de Green&Fly, la aerolínea sostenible que surgió a finales de 2024 y que duró apenas cinco años en el mercado, y fomentado por los avances tecnológicos de los últimos años, el sector de los combustibles de aviación sostenibles, SAF por sus siglas en inglés, trata de posicionarse como panacea para la descarbonización en el sector de la aviación y del transporte marítimo, áreas en las que la electrificación de la flota aún no es tecnológicamente posible.

El foco de atención mediática está puesto, precisamente, en los últimos. Son los países más pequeños de la península, que a su vez concentran gran riqueza, los que han iniciado macroproyectos de producción de energía verde en el extranjero, concretamente en el norte de Somalia. Esto es así puesto que no disponen de territorio suficiente para llevarlos a cabo nacionalmente, a diferencia de su vecino Arabia Saudí, con el que deben competir, y que sí dispone de un vasto territorio para sus inmensos proyectos de producción de energía verde.

Efectivamente, nuestra realidad tecnológica aún no nos permite volar a base de baterías. Las estimaciones actuales contemplan la presencia del motor de combustión en la aviación comercial hasta bien entrada la década de los 60, por lo menos a nivel parcial. Hasta entonces, el combustible parece ser la única opción, y por eso surgen alternativas como los SAF.

Los SAF son, en efecto, combustibles más eficientes que sus predecesores. Algunos de ellos pueden alardear de ser neutros en emisiones, puesto que han sido producidos gracias a la captación de CO2 de la atmosfera, y con energía eléctrica renovable. Pese a eso, otros sí emiten CO2 en su producción, y no se consideran tan neutros. El de los SAF es de hecho un conjunto muy variopinto. Sea como fuere, para poder ser llamado SAF, un combustible debe pasar varios filtros administrativos que aseguren su más elevada eficiencia o menor emisión.

La industria se escuda en el uso de los SAF para defender su sostenibilidad a largo plazo, cuando la realidad es que los vuelos de líneas regulares solo incorporan entre un 5% y un 10% de SAF a su mezcla de combustible final. A veces, esos SAF consisten en biofueles que han sido obtenidos a partir de material orgánico para alimentación, combustibles considerados de alto impacto por múltiples razones que tienen que ver con la desforestación, el uso de la tierra y la emisión de gases en su producción.

Biofuel aparte, el caso es que la industria de la aviación y el transporte no deja de crecer año tras año. En una sociedad que se recrea en la hiperconexión a una escala como la nuestra, unos transportes altamente contaminantes que se llaman a sí mismos sostenibles por incorporar un 10% de combustible más eficiente que el resto de su mezcla, incurren en una contradicción y una hipocresía que, desde {ecoimpakt}, queremos combatir a toda costa.

¿Qué estamos haciendo?

Este es un proyecto de comunicación que se coordina desde nuestra oficina de Barcelona. Desde {ecoimpakt} llevamos a cabo múltiples campañas cada año para informar al público sobre cuales son las prácticas en lo que a combustibles se refiere, tanto en la aviación comercial, como en el transporte aéreo y marítimo. Queremos luchar contra el ecoblanqueo de las empresas, y no queremos subir a aviones sostenibles que no lo son.

Luchamos por la transparencia de las cifras del sector, y por conocer cuales son las particularidades de todos los combustibles que se aprueban dentro de la categoría SAF, que cuenta ya con más de 30 mezclas aprobadas, de muy distintos orígenes.

Si quieres ponerte en contacto con nosotros al respecto de este proyecto, puedes contactar con la oficina de Barcelona por Instant en *barcelona.ecoimpakt o al email barcelona@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Barcelona no recibe voluntarios. Por favor, consulta la sección ¿Cómo puedo ayudar?, donde encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

Para un proyecto como este, acogemos con especial interés todos aquellos Embajadores que estén dispuestos a contribuir a través de su capital informativo, ayudándonos a difundir nuestros mensajes a través de sus redes sociales.

Cómo ayudar si vives en 2021

Si estás leyendo este proyecto desde 2021, aún no tienes la oportunidad de subir a ningún avión sostenible. Las aerolíneas, y las empresas de transporte aéreo y marítimo, aún no han adoptado este lenguaje, pero sus motores de comunicación ya están empezando a apuntar en esta dirección, con numerosos proyectos y prototipos siendo publicados cada año, que tienen en el centro aviones sostenibles. A menudo, solo se trata de modelos de aviones más eficientes que los anteriores.

Venimos aumentando la eficiencia de nuestros transportes desde la década de los 60. Hoy en día, nuestros aviones son un 85% más eficientes que los de entonces. Pero ello no los transforma en aviones sostenibles, puesto que el tráfico también ha aumentado desproporcionadamente en todas estas décadas.

Y todo apunta a que lo seguirá haciendo. Los SAF son efectivamente una realidad hoy en día, y la esperanza del sector, al que se le ha puesto como objetivo la emisión cero en 2050. Un objetivo que ya se descarta en múltiples sectores, que ya apuntan a 2060, puesto que el crecimiento continuo de la industria hace de la contribución positiva de los SAF una lucha a contracorriente difícil de ganar.

Ningún incremento en eficiencia puede contrarrestar un incremento constante en producción y uso. Sobre todo si algunas previsiones de incorporación de SAF al sector para 2030 son tan bajas como del 5,5%. Si la descarbonización es nuestro objetivo, debemos usar nuestros transportes de combustión más conscientemente.

¿Cómo podemos fomentar este cambio de paradigma?

    + Transporte público
  • Gran parte de los desplazamientos que hacemos dentro de las ciudades podrían ser sustituidos por el uso de los distintos sistemas de transporte público de que disponemos, si no por el uso de una bicicleta o de, sencillamente, andar más.
  • - Idealizar
  • Asociamos el vivir en el campo, con casa y huerto, a un estilo de vida más saludable y, también más sostenible. Aunque lo primero pueda ser indiscutible, lo segundo no lo es, y la realidad es algo más compleja. Lo cierto es que vivir fuera de un foco de eficiencia logística como es una ciudad implica un uso menos eficiente de los recursos energéticos y, en este caso, de aquellos destinados al transporte, puesto que la propiedad y el uso de vehículo privado se hace mucho más indispensable.
  • + Compartir
  • Existen muchas iniciativas basadas en sistemas de uso de vehículos privados más comunitarias, tanto para largos recorridos como para usos puntuales dentro o fuera de la ciudad. Son propuestas valiosas, centradas en el alquiler o en el compartir gastos, que promueven un uso más eficiente de un menor número de vehículos privados.
  • - Propiedad
  • Poseer un vehículo privado debería ser una decisión de consumo muy difícil de tomar, no solo por su elevado coste económico, sino por la gran complejidad del producto que se adquiere, y el gran nivel de impacto que conlleva su producción, y su vida útil. ¿Podemos vivir sin él? ¿Podemos beneficiarnos de otros sistemas de transporte, haciendo concesiones?
  • + Local
  • Consumir productos locales, no solo en lo que a la alimentación se refiere, disminuye drásticamente su huella de transporte, ya que no han tenido que ser transportados desde rincones lejanos del planeta para nuestro consumo. Este transporte, por carretera, por mar o por aire, es altamente contaminante, por más SAF que se involucren en ello.
  • + Tren
  • Queremos más, lo queremos más rápido y lo queremos mejor, siempre. Pero, sobre todo, lo queremos más cómodo. Si estamos dispuestos a ceder algunas de nuestras exigencias como consumidores, priorizar el uso del tren por encima del avión puede ser muy beneficioso en lo que a emisiones se refiere. Obviamente, se tarda más en llegar a los sitios. Seguro que podemos hacer ese esfuerzo.
  • ¿- Viajar?
  • Viajar, que hasta entonces había sido todo un lujo, se democratizó en los años 60, y ya es un acto de consumo prácticamente al alcance de todo el mundo en los países “desarrollados”. Y, como fenómeno complejo que es, la constelación de impactos (positivos y negativos) que podemos asociar al acto de viajar es interminable. Particularmente negativos son aquellos impactos asociados al transporte, y al consumo de recursos locales. ¿Podemos usar menos el avión? ¿Podemos contentarnos con viajar más cerca? ¿Podemos, incluso, viajar menos?

Algodónproyecto

07
Trabajadoras recogiendo algodón

Nuestro Proyecto Algodón está hermanado con el Proyecto Ropa sostenible. Ambos se coordinan desde nuestra oficina en Teherán y, mientras que el segundo pone el foco en la producción final, en el Proyecto Algodón nos concentramos en las materias primeras del sector textil. Ambos tienen como objetivo la denuncia sistemática de la Sustainable Fast Fashion.

¿Qué está sucediendo?

El triángulo que conforman Tayikistán, Pakistán y Afganistán es, a día de hoy, uno de los núcleos más importantes de producción de algodón orgánicamente certificado. Desde ahí, el algodón orgánico se exporta a los principales países productores de textil para consumo occidental, como Turquía o Bangladesh.

Pese a que los valores medioambientales de producción del algodón orgánico hacen que las prendas sean mucho más comercializables en sus países finales, no son tan populares los impactos sociales y económicos a los que se expone a gran parte de los trabajadores de la industria del algodón.

En {ecoimpakt} trabajamos para arrojar luz sobre las condiciones a menudo infrahumanas de dicho sector, especialmente en Afganistán, donde el régimen Talibán cumple una década tratando de aplicar su particular lavado de cara a la economía del país. Presionado por la comunidad internacional para acabar con los cultivos de opio, el algodón orgánico ha invadido los campos afganos como una ola desde los países vecinos, fruto de la gran demanda internacional de producto certificado. La situación en los campos, pese a todo, sigue siendo opaca y se conocen numerosas situaciones de violación de derechos fundamentales que afectan a grandes regiones de territorio.

¿Por qué está pasando esto?

El discurso de la sostenibilidad ha empapado la práctica totalidad de los mercados en las pasadas décadas, y uno de los que ha abanderado el estandarte verde con más ahínco en los últimos diez años quizás haya sido el sector textil, que ha puesto el foco en las materias primeras del sector, favoreciendo el uso de materiales alternativos o reciclados pero, sobre todo, de algodón orgánico.

Tan pronto como en 2007, una gran firma como h&m inauguró la h&m Conscious Foundation, gracias a la cual lanzaba al mercado su primera temporada de su ya famosa línea Conscious Exclusive en 2011, en la que el algodón orgánico y los materiales reciclados eran los protagonistas. Gracias a su potente motor de comunicación, la marca se transformó rápidamente en portaestandarte del discurso, al que se han ido uniendo casi todas las grandes firmas textiles a lo largo de la pasada década, que ya poseen su propia línea de ropa sostenible, con excepción de Inditex.

Y es que el año pasado Inditex fue el primer gran actor del sector en anunciar que, después de siete años de vida desde que lanzaran al mercado en 2023 su primera línea de ropa sostenible para su marca Massimo Dutti, el grupo retiraría todas las líneas sostenibles del mercado. La razón: el grupo considera que ya está en disposición de incorporar todos los estándares de sostenibilidad de dichas líneas a su producción generalizada. Desde la dirección se ha anunciado la intención de declarar las ya 11 marcas del grupo bajo la etiqueta de marcas conscientes, que promueven el consumo textil sostenible en su totalidad.

En {ecoimpakt} venimos denunciando esta situación desde que empezamos nuestro camino en 2020. Creemos que el uso que la industria histórica de la Fast Fashion hace de los términos y conceptos de la sostenibilidad es tendencioso y atenta contra sus pilares más fundamentales. Desde 2024 usamos el término Sustainable Fast Fashion, junto con otras asociaciones y actores del sector comprometidos con denunciar esta situación, para poner de manifiesto una realidad del todo insostenible.

Mientras las marcas se enorgullecen de ofrecer ropa sostenible, el panorama de la industria desvela un modelo que nada tiene que ver con este discurso. Un modelo que sigue afincado en el hiper consumo rápido e impulsivo, esta vez de prendas de algodón, eso sí, orgánico. Lejos de nuestras tiendas empapadas de etiquetas verdes y mensajes de sostenibilidad, en los campos de algodón de Pakistán, Tayikistán y Afganistán, el día a día de las personas que dedican sus vidas a cultivar y procesar el algodón poco tiene que ver con los valores sociales de aquello que es genuinamente consciente, comprometido o sostenible.

En 2020, el Organic Cotton Market Report de Textile Exchange ya ubicó a Pakistán y Tayikistán entre la lista de países líderes en reconversión de sus cultivos de algodón convencionales a orgánicos. La tendencia de ambos, ubicados respectivamente al sur y al norte de Afganistán, ha actuado a modo de pinza durante la pasada década en este último, el régimen del cual ha visto en los cultivos de algodón una alternativa más amigable a sus denostados cultivos de opio.

¿Qué estamos haciendo?

Este proyecto se coordina desde nuestra oficina de Teherán en conjunción con el Proyecto Ropa sostenible, su proyecto hermano. La situación de esta oficina nos ofrece capacidad logística para acercarnos, por un lado, a las regiones productoras de algodón orgánico, en Afganistán, y por otro a las regiones textiles de Turquía.

En Afganistán, tratamos de investigar acerca de las condiciones de producción del supuesto algodón orgánico y sus flujos de exportación, así como acerca de las empresas que hacen posible estos flujos. También colaboramos con organizaciones regionales de asistencia a refugiados afganos en Irán.

Puedes contactar por Instant en *teheran.ecoimpakt o al email teheran@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Teherán recibe voluntarios cada temporada. Actualmente, la acogida de voluntarios para la temporada 2031 está abierta. Por favor, ponte en contacto con la oficina si deseas recibir más información.

Además, en la sección ¿Cómo puedo ayudar? encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

Si te dedicas a la cooperación, actualmente en esta oficina se requieren los siguientes perfiles técnicos:

  • — Responsable de comunicación
  • — Analista de datos internacional
  • — Traductor farsi / turco / inglés
  • — Conductor

Cómo ayudar si vives en 2021

En 2021 no se ha formado ningún triángulo de producción de algodón orgánico entre Tayikistán, Pakistán y, mucho menos aún, Afganistán. Aunque sí que es cierto que los dos primeros se encuentran entre los líderes de reconversión de cultivos tradicionales a orgánicos, en realidad el mercado está copado por India y China.

Tampoco las grandes marcas están aún abanderando el discurso de la sostenibilidad como acabas de leer, pero sí es verdad que h&m lleva años haciendo pasos firmes en esa dirección, con su línea Conscious Exclusive. Y a h&m, sin duda, la seguirán otras grandes firmas de producción masiva.

La industria textil se adapta a los lenguajes modernos, pero tratar de introducir el pensamiento sostenible en una industria basada en el Fast Fashion incurre en contradicciones de raíz. Hoy en día, las grandes firmas que empiezan a usar este discurso lo hacen únicamente poniendo énfasis en la faceta medioambiental de la sostenibilidad, olvidando la social. Efectivamente, el algodón orgánico empieza a ganar protagonismo, y parece que, con él en escena, ya no existe ningún problema.

¿Cómo contribuir a que estas contradicciones no sigan creciendo?

    + Información
  • Si no queremos renunciar a nuestras marcas favoritas, exijámosles más información. El usuario tiene el control siempre. A cambio de nuestro poder de compra, podemos demandar más transparencia.
  • - Coherencia
  • Si no has oído hablar nunca del ecoblanqueo o greenwashing, lee acerca de este fenómeno. Podemos parar a pensar antes de comprar esa pieza sostenible, eco u orgánica. ¿Estoy siendo víctima de un proceso de greenwashing? No es fácil de decir y a menudo es muy relativo pero, con el tiempo, empieza a ser fácil detectar incoherencias en el discurso de las marcas.
  • + Tiempo de decisión
  • Nuestros procesos de decisión de compra son cortísimos en el caso de la ropa. Apenas nos planteamos ninguna variable más allá de la del precio y el valor estético que nos aportan. Más tiempo de decisión implica más reflexión, y más espacio para nuevas variables.
  • + Concesiones
  • ¿Estamos dispuestos a pagar más si una marca nos garantiza compromiso social y medioambiental, además de calidad? Pagar más es difícil cuando estamos acostumbrados a pagar menos. Nos sentimos estafados. Pero si pagar más implica comprar menos a menudo y tener ropa de más larga vida, igual nos damos cuenta de que la estafa está en la Fast Fashion.

Ropa sostenibleproyecto

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Niño refugiado sirio trabajando

Nuestro Proyecto Ropa sostenible está hermanado con el Proyecto Algodón. Ambos se coordinan desde nuestra oficina en Teherán y, mientras que el segundo pone el foco en el lavado de la cara de la industria en relación a sus materias primeras, en el Proyecto Ropa sostenible nos concentramos en los lugares de fabricación del producto final. Ambos tienen como objetivo la denuncia sistemática de la Sustainable Fast Fashion.

¿Qué está sucediendo?

En la región industrial de Gaziantep, en Turquía, se produce un 90% de las prendas que llegan a las tiendas europeas etiquetadas con el famoso Made in Europe. Nacido de mano de las grandes marcas como reacción a las condiciones de trabajo miserables de grandes países productores como Bangladesh, el Made in Europe pasa factura ahora a refugiados sirios y armenios en sur y este de Turquía, donde se vienen denunciando numerosas situaciones de trabajos forzosos y explotación desde 2016. La situación es ahora más grave que nunca, fruto del exponencial incremento de la demanda textil que ha sufrido el mercado turco a raíz del rechazo al mercado bangladesí.

¿Por qué está pasando esto?

Las grandes firmas textiles llevan más de 20 años invirtiendo largas sumas en logística, y también en comunicación, para tratar de incorporar el discurso de la sostenibilidad a sus cadenas de producción.

Solo en los últimos diez años, y a raíz de este cambio de actitud, se ha producido un cambio de normas en el sector de la producción de algodón en pos de unas garantías de calidad medioambiental que permiten un márquetin verde, y del que nos ocupamos en nuestro proyecto hermano Algodón.

Esta tendencia, liderada por pesos del sector como h&m, se inició ya en 2007, y ha puesto un énfasis único en la faceta medioambiental del triángulo de la sostenibilidad (economía, sociedad, naturaleza). Efectivamente, llevamos diez años viendo a grandes marcas convertirse en garantes de consciencia y sostenibilidad gracias a su algodón orgánico y textiles reciclados, sin hacer mención alguna de toda la dimensión social de tan enorme industria como es la textil.

Nuestro proyecto hermano se concentra en hacer frente a esta situación en su origen, en los campos de algodón. En el Proyecto Ropa sostenible queremos ir más adelante en la cadena de producción, hasta los países receptores de este algodón orgánico. Pese a que las situaciones de abuso y condiciones de trabajo infrahumanas del sector textil son conocidas desde hace mucho tiempo, con protagonistas como Bangladesh, apenas hemos visto a las grandes marcas fijar su atención en este aspecto.

La gran excepción a este hecho quizás sea la gran campaña que se lanzó en 2026, propiciada por gigantes del sector como h&m, Inditex, Mango, Grupo Cortefiel, c&a o Marks&Spencer, famosamente llamada Made in Europe, las consecuencias de la cual han sido importantísimas en el sector y definen el status quo de la industria hoy en día.

Por primera vez, el conglomerado de gigantes de la industria se unió para poner encima de la mesa las condiciones deplorables en las que se produce un gran porcentaje de las prendas que ellos mismos comercializan en países como Bangladesh o China. El enfoque que tomó la campaña, que duró tres años y fue duramente criticada, fue el de abogar por la llamada deslocalización inversa de la industria, conocida como vuelta a casa o backshoring, apostando por la promoción de una industria textil europea renovada.

Lejos de tratar de hacer frente a la raíz del problema en los propios países en que este ha sido generado durante décadas de relocalización industrial, el Made in Europe pronto resultó ser una peligrosa huida hacia adelante, que propició la aparición de un nuevo problema en Turquía.

Teniendo en cuenta cuales son los volúmenes de oferta a los que la industria tiene acostumbrados a sus consumidores, y a la insaciable demanda de estos, pocos países europeos iban a ser capaces de ofrecer unos precios competitivos a través de una producción nacional. Es ahí donde la reciente industria textil turca, que ya en 2016 había sido foco de críticas, supo aprovechar la oportunidad que el mercado propiciaba.

Efectivamente, más de un 90% del Made in Europe es Made in Turkey en 2031, concretamente en la región industrial de Gaziantep, importante enclave geográfico en los flujos de refugiados de Siria y Armenia.

Mientras tanto, el histórico sector textil bangladesí sigue produciendo al mismo ritmo y en las mismas condiciones, ahora para el mercado asiático que no demanda sostenibilidad.

¿Qué estamos haciendo?

Este proyecto se coordina desde nuestra oficina de Teherán en conjunción con el Proyecto Algodón orgánico, su proyecto hermano. La situación de esta oficina nos ofrece capacidad logística para acercarnos, por un lado, a las regiones productoras de algodón orgánico, en Afganistán, y por otro a las regiones textiles de Turquía.

En Turquía operamos una campaña muy activa de comunicación y denuncia contra las autoridades locales y gubernamentales, que permiten la deplorable situación de maltrato tanto a refugiados de Siria, que llevan 20 años siendo marginalizados en la región, como a los refugiados más recientemente llegados de Armenia fruto del conflicto con Azerbaiyán.

Puedes contactar por Instant en *teheran.ecoimpakt o al email teheran@ecoimpakt.com.

¿Cómo puedes contribuir?

Nuestra oficina de Teherán recibe voluntarios cada temporada. Actualmente, la acogida de voluntarios para la temporada 2031 está abierta. Por favor, ponte en contacto con la oficina si deseas recibir más información.

Además, en la sección ¿Cómo puedo ayudar? encontrarás distintas fórmulas para convertirte en embajador de {ecoimpakt}.

Si te dedicas a la cooperación, actualmente en esta oficina se requieren los siguientes perfiles técnicos:

  • — Responsable de comunicación
  • — Analista de datos internacional
  • — Traductor farsi / turco / inglés
  • — Conductor

Cómo ayudar si vives en 2021

Si nos lees desde 2021 seguramente no encuentres demasiados Made in Europe en las etiquetas de la ropa de tu armario. Tal campaña de deslocalización inversa no ha existido nunca a un nivel tan obvio o masivo, aunque sí existe el concepto. Aunque la tendencia va cambiando lentamente con el paso de los años, el grueso de nuestro armario ha sido hecho en Bangladesh o en China, y también en la India, en Pakistán o en Turquía, en condiciones que a menudo acaparan los medios de comunicación, por infrahumanas.

Tan pronto como copan el noticiario de la semana, tales noticias desaparecen y seguimos formando parte de una industria cuyo pilar fundamental es un consumo tan masivo y desproporcionado como su producción de bajo coste. Ahora, además, las principales marcas artífices de este modelo, empiezan a adoptar el discurso de la sostenibilidad, lavando la cara peligrosamente a unos productos cuya ética falla de raíz.

¿Cómo podemos contribuir a no alimentar este sistema?

    + Valor
  • Podemos reflexionar acerca del valor que damos a nuestras prendas. ¿Dónde se han hecho? ¿Quién las ha hecho? Darle valor nos puede ayudar a apreciarlas más allá del poco dinero que nos han costado. Si una pieza nos ha costado muy poco, probablemente alguien haya pagado el dinero que nos hemos ahorrado en forma de condiciones de trabajo pobres.
  • + Vida útil
  • Darles más valor a nuestras piezas debe llevarnos necesariamente a querer alargar su vida útil. Nos despojamos de millones de piezas de ropa al año por el simple hecho de que ya nos cansaron. Por más que nos despojemos de ellas éticamente, ello nos conduce a comprar más ropa que, quizás, no necesitamos.
  • + Reutilizar
  • Comprar ropa de segunda mano es ahora más fácil que nunca, ya no solo en las grandes ciudades, gracias a la aparición de numerosas aplicaciones que lo hacen posible. Si sabemos que nos gusta comprar con frecuencia, los impactos de comprar de segunda mano serán mucho menores que los que conllevará comprar ropa nueva.
  • - ¿Rebajas?
  • Podemos reflexionar también acerca de la importancia que le damos a las rebajas. Comprando productos rebajados afianzamos la idea de que los productos tienen aún menos valor del que ya se les había dado, probablemente bajo, en el sector de la Fast Fashion. Todos sentimos debilidad por las rebajas pero, ¿quién paga el precio que nos ahorramos?

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